Las posturas forzadas son una de las causas más comunes de lesiones musculoesqueléticas en el ámbito laboral. Ya sea en una oficina, en una obra o en una línea de producción, adoptar una postura inadecuada durante períodos prolongados puede generar molestias, pérdida de productividad y, en casos severos, incapacidades permanentes.
🔍 ¿Qué son las posturas forzadas?
Una postura forzada se produce cuando el cuerpo se mantiene en una posición no natural, incómoda o extrema durante cierto tiempo. Algunos ejemplos incluyen:
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Trabajar con los brazos elevados por encima de los hombros.
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Inclinar el torso hacia adelante sin apoyo.
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Girar el cuello o el tronco repetidamente.
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Permanecer de pie o sentado durante muchas horas sin cambiar de posición.
Estas posturas aumentan la tensión en músculos, ligamentos y articulaciones, lo que puede derivar en lesiones crónicas como tendinitis, lumbalgias o síndrome del túnel carpiano.
⚠️ Riesgos de mantener posturas forzadas
El cuerpo humano está diseñado para moverse, no para permanecer rígido o en posiciones antinaturales. Cuando una tarea obliga a mantener una postura estática o forzada, el riesgo de sufrir lesiones aumenta significativamente. Algunos efectos negativos son:
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Dolor muscular localizado.
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Fatiga y disminución del rendimiento.
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Inflamación de tendones o articulaciones.
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Trastornos musculoesqueléticos (TME).
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Incremento del ausentismo laboral.
🛠️ ¿Cómo identificar las posturas forzadas?
Un buen análisis ergonómico del puesto de trabajo es clave. Para detectar posturas forzadas, se recomienda:
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Observar al trabajador durante toda la jornada laboral.
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Registrar movimientos repetitivos, posiciones incómodas o esfuerzos prolongados.
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Aplicar herramientas de evaluación ergonómica, como RULA, REBA o el método OWAS.
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Consultar al trabajador, quien puede identificar molestias específicas que no son evidentes a simple vista.
✅ Estrategias para evitarlas
La prevención de posturas forzadas requiere un enfoque integral que combine ajustes en el entorno físico, capacitación y pausas activas. Algunas recomendaciones clave:
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Diseño ergonómico del puesto de trabajo: adaptar alturas, distancias y herramientas al trabajador.
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Uso de mobiliario adecuado: sillas ajustables, mesas regulables y soportes para los pies.
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Rotación de tareas: evitar la repetición de movimientos durante toda la jornada.
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Capacitación en higiene postural: enseñar técnicas para levantar cargas, sentarse y moverse correctamente.
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Pausas activas regulares: incluir estiramientos y movilidad articular cada cierto tiempo.
Identificar y corregir las posturas forzadas no solo mejora la salud de los trabajadores, sino que también incrementa la productividad y reduce los costos asociados a enfermedades laborales. Implementar medidas ergonómicas efectivas demuestra el compromiso de la empresa con el bienestar de su equipo y es una inversión a largo plazo.
👉 ¡Recuerda! Un trabajador saludable es un trabajador más seguro y eficiente.
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